¿me lo podrás mandar?

¿Me lo podrás mandar, pasar, tener para mañana? Dale, venite que nos reunimos, dale. ¿Pudiste leerlo, hablaste, escribiste, comentaste? Qué genia. Sos grosa, eh. Qué master. ¿Estás en un fijo, me podrás llamar, te podrás venir hasta acá la semana que viene o te complico? ¿Te parece que podrás terminarlo para hoy?, No te quiero joder pero… ¿ya pudiste? Dale, ¿te parece que en diez te vuelva a llamar? Hola, perdón es que… Ah, qué grande, ídola, dale, pásamelo por favor, genia, gracias. Hola, te estoy pasando los cambios para ver si a la tarde… Ya sé, ya sé, pero sé buena, dale. ¡Gracias! Es-pec-ta-cu-lar. Uy, hola, sorry, pero acá mi jefe me pregunta por qué decís tres en vez de dos. Discúlpame, sí sí, vos tenes razón pero igual cámbialo, eso y el ocho, el doce, el dieciocho, y el cuarenta y cuatro. Pero el nueve va bien, eh. Gracias. ¿Qué cosa? ¿la plata? ¿cobrar? Ah, para eso llamame la semana que viene, vos sabés que justo los de pagos están de vacaciones/están en pelotas/están al pedo pero no te piensan dar bola porque ya consiguieron de vos lo único que les importaba. ¿Qué? Ah, no, nada. Dale, genial, dale, hablamos, besitos, dale. Semana que viene. Sí, sorry, no depende de mí, vos sabés. ¿Las nenas? Ah, qué divinas, qué divinas. Dale, semana que viene. No, reunirnos no puedo, hoy no estoy, mañana menos. ¿Pago?, ay, no, te juro que ya me da vergüenza pero. Semana que viene. Semana que viene. ¿Todavía no te pagaron? Dejame ver si puedo hacer algo. Contame de tus nenes. Ah, si, cierto, tus nenas. Qué divinos. Che, mirá, todavía no está el pago, qué vergüenza, decí que no depende de mí que si no. Semana que viene. Semana que viene. Semana que viene.