Amanezco en un día de clima benévolo
- macarena moraña
- 2 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Amanezco en un día de clima benévolo, de apariencia piadosa. Abro los ojos hasta donde puedo, veo flashes de anoche, de la cena con mi amiga. Me paro, avanzo. Les doy de comer a los tres gatos, les pido paciencia, me exigen con maullidos que los alimente. Después me preparo el mate, le meto muchísima peperina y me siento a leer boludeces en Facebook, y me siento feliz. El mate se va lavando a medida que lo voy tomando y voy leyendo. La felicidad chiquita es también una utopía. Cierran librerías, la gente se pelea, las mujeres están despechadas, se sienten abusadas, los hombres son cobardes, traidores, machistas. Las selfies que usan o no filtros para disimular las patas de gallo son como un remanso en medio de la tormenta, lo mismo que las fotos de los pies llenos de arena o de esos abrazos bajo la luna que se refleja en el mar. Pero enseguida alguien necesita pelearse otra vez, o contar su dolor, o chicanear a otro al que seguramente salude con afecto cuando se lo cruce del mismo modo que yo le pongo “me gusta” a la foto de esa tipa que siempre veo pero nunca tengo ánimo para saludar. Y entonces ya nada, ni el clima ni la peperina ni los recuerdos me parecen ni tan piadosos ni benévolos, y esa pretensión de agrupar las acciones diarias en la palabrita “rutina”, de golpe se me encapricha pueril, idiota, absurda. Quisiera pegarle una buena patada a los gatos o salir a la calle a insultar viejitos, pero en cambio escribo una gilada, pongo Publicar, y me guardo las ganas de llorar para cuando me clave una astilla.
Comments