Ayer en el subte me puse a charlar con el pibe que iba sentado al lado mío
- macarena moraña
- 2 jul 2017
- 1 Min. de lectura
Ayer en el subte me puse a charlar con el pibe que iba sentado al lado mío. Pensé, apenas le vi la remerita, ese jean viejo y ese estuche de guitarra inmenso, que bien podría ser Juan, mi escarabajo, en una versión contemporánea. Hablamos de bandas, de la belleza de los instrumentos y de Paul McCartney. Él adhería a la idea de que Paul murió en 1966 y que este que vemos ahora es un doble con una voz casi idéntica. Desarrolló su teoría explicándome que, por el deceso, es que Los Beatles no tocaron en vivo unos años, y que mientras tanto al remplazante lo toonearon y lo hicieron practicar para lograr que cante como el mismísimo Paul -¿Qué en paz descanse?-. Es una locura, lo sé, pero qué cosa no lo es. ¿O acaso que Juan, Pablo, Ringo y Julián conformen Los escarabajos, y toquen, participen de un concurso, se enamoren, se droguen y aun así “no existan” no es una locura? Yo escribo, viajo en subte, leo, lloro y me río mucho, bailo, participo de concursos, y cuido a dos nenas con flequillo con las que a veces bailamos algún temita de ellos. ¿De quienes? De Los Beatles, de Los escarabajos, de todos nosotros, los vivos, los muertos, los que existimos y los que nunca queremos saber hacia donde nos pueden llevar los subtes.
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