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Cuando a mis hijas les hablo de mi infancia

  • macarena moraña
  • 2 jul 2017
  • 5 Min. de lectura

“Tendré los ojos muy lejos, y una vida reposada”

Charly García

Cuando a mis hijas les hablo de mi infancia sé que me están mirando tras el mismo velo blanco y negro con el que yo veía a mi mamá cuando me hablaba del combinado, la bidú cola, lo que era planchar en una fiesta, o el amor que le despertaba Rod Hudson. Hace unos años, tras un ejercicio de taller escribí un texto que hablaba de ese instante en el que supe que mi generación ya no era la del momento presente sino la de un pasado, inmediato, sí, pero pasado. “Esos tiempos” se convertían en un cúmulo de anécdotas que ahora relato como lo hacía mi vieja cuando me contaba, por ejemplo, cómo la vestían para salir: vestido de tafeta cuadrillé azul y gris de talle bajo, mangas arrepolladas, zoquetes con zapatos abotinados color guinda con plantillas para corregir el pie plano. Cómo extraño que me cuente cosas… Decí que ahora yo tengo dos pibitas que me abren esos ojos que más lindos no pueden ser y me dicen “Contanos, má de la vez que en el campo mataron una iguana”. Y mientras avanzo en el relato a ellas se les disparan más y más preguntas, y yo con mis respuestas alimento esa mirada, la misma con la que yo podía ver a mi mamá con su vestido “gris sufrido”, o haciendo la tarea con su delantal blanco en una cocina muy chiquita con un salamín colgando de la ventana, o corriendo para abrazar a mi abuelo Toto y darle un beso y sentirle olor a tinta en los bigotes. Siempre el abuelo me viene de traje marrón y bigotes blancos, nunca es joven.

Les divierte que recién empezara a haber computadoras, y el cuento del día en que mi viejo trajo la Texas Instruments y nos volvimos tan locos que rompimos un joystick por lo que tuvimos que esperar meses para que volvieran a confiarnos su uso por supuesto restringido: quince minutos cada uno. Y me entusiasmo y les muestro la foto de una Commodore 64 que busco en Google y las veo reírse de ese pobre objeto gris que habla de un tiempo muy remoto y de una infancia muy diferente y lejana.

Pero una vez más me colgué porque todo iba a cuento de que en estos días llenos de duelo y nostalgia vengo sintiendo que otra vez pasó eso de que hablar de mi generación es hablar del pasado porque se nos andan muriendo algunos ídolos. En mí creo que esta conciencia arrancó hace poco más de nueve años cuando, embarazada de mi hija, no pude parar de llorar frente al emblemático separador de Crónica con sus letras bancas y su fondo rojo que decía “Se mató el músico Pappo”. No, no era posible: no se va Pappo no se va, rock and roll y fiebre, y cuánta tristeza. Pappo era nada menos que las noches en Kheyvis donde todas éramos la Jenny que se subía con mini shorts nada “sufridos” a los parlantes y por supuesto a su voiture. Nació mi hijita y para dormirla muchas veces le desafiné Desconfío y la terminé de despertar con la promesa de ir siempre Juntas a la par. Y otro día Charly dejó de ser raquítico e inmortal, abandonando la costumbre de demoler hoteles y saltar al vacío para hacerse amigo de Palito Ortega y dormir muchas horas ya no más en su cama y su living. Palito, sí, el de la felicidá jajajá, el que le gustaba a mi mamá. Fito algunas veces tuvo mucha razón: el tiempo es un efecto fugaz. Y ahora se fue Cerati, ay. Ya nadie va a cantar como él, nunca, menos que menos ahora que le dieron el palco principal para ver una pelea inédita entre Martín Karadagian y El Ancho Peucelle. ¿Vos veías eso, má?, me preguntaron ayer cuando les mostré imágenes de Titanes en el Ring. ¿Que si lo veía? ¡Era mi vida eso! Hermanos varones, tele en la cocina y apuestas que siempre terminaban en peleas aun más cruentas que las de ring. ¿Cómo transmitirles la emoción que provocaba la aparición de cada uno de los Titanes, sus entradas? Me preguntan si peleaban de verdad, y yo les digo que nunca hubo nada más cierto en la vida, y que a veces me siento poseída por el espíritu de William Boo cuando son ellas las que pelean. Pero ellas todavía no pueden entender que esos fucking huevos Kinder que me piden a diario no les llegan ni a los talones a los miles de chocolatines Jack que me comía tan contenta. Conservo un Super Hijitus despintado que a veces me sirve de amuleto y otras de excusa para llorar un poco. Ellas no comen Topolinos, y sienten miedo por cosas que a mí también me dan miedo, pero cuando les muestro al patriarca de los pájaros se me ríen en la cara; ¡con las noches que me tuvo sin dormir ese maldito! No entienden que no había canales de dibujitos todo el día y que yo miraba muchas novelas y programas de entretenimientos, “programas de personas” dice la más chiquita, como si las mismas personas pertenecieran a un tiempo pasado, en el que la televisión era la locura misma: no podíamos entender ver personas ahí, como si nada. Daría mi monjita de comunión que dice Macarena 1987 por poder transmitirles la emoción de la primera vez que vi a un tal Boy George, un hombre con trenzas y tan bellamente maquillado, cantar Karma Chameleon y decir “I'm a man without conviction, I'm a man who doesn't know how to sell a contradiction”. Dios mío. Dónde está esa molécula que se juntó el día que entendí quiénes eran los dinosaurios que podían desaparecer como los amigos de barrio, o esa otra cosa que se me juntó cuando supe por qué ese pobre pibe la había esperado bajo la lluvia dos horas, mil horas, como un perro, y sin gamulán. Ay. Me estoy viendo en este instante preguntándole a mi viejo cómo era eso de la guerra de Malvinas y escucharlo decir cosas que ya entonces me parecían disparates y que hoy compruebo que sí: lo eran. Esas nenas lindas me miran y me derriten y entonces las abrazo y les digo que ser chiquito es lo mejor de la vida, pero que todo lo que viene después sirve para entender muchas cosas. “¿Cómo qué?”, no tardan en preguntar “Como lo que les acabo de decir por ejemplo”.

Desde ya que mi próxima misión es enseñarles el baile de Flashdance, pero va a ser en otro momento porque ahora juegan a las muñecas: una maneja a “la momia rosa”, la otra a “la momia animal print”.


 
 
 

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