El domingo fue dejarme reventar
- macarena moraña
- 2 jul 2017
- 1 Min. de lectura
El domingo fue dejarme reventar el alma por la voz de Gabo Ferro y regar dos jardines y alimentar mascotas con bigotes y abrir la boca y cerrar los ojos y hacer esos ruidos con los que pretendo que la naturaleza advierta mis ganas de todas las cosas que no voy a contar. Los pies siempre mojados y el vaso con hielos que pierden su solidez a la velocidad del calor, como una analogía del amor que hoy me resultaría imposible desarrollar. Solo alcanzo a enunciar la contemplación de mis plantas, el libro que de a ratos hojeo, la pereza que rima con tristeza, con grandeza y con un insulto que me inventé. Porque el domingo de verano es morir de rimas y de amor cuando mis hijas pintan esa caja de cartón para muñecas que no llegan a conocerla porque queda a medio pintar, porque enseguida ya prefieren hacer un show y cantar para un público multitudinario unas canciones en ese falso ingles que aumenta mi deseo de comérmelas. Esta noche dormiremos en la casa de las muñecas, con aliento a Coca y a Fernet, con los pelos apestando a humo de espiral, con los cuerpos chiquitos, entregados a este domingo imposible, pero imposible de verdad.
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