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Es increíble que en la sala de espera del pediatra ellas dos ya no jueguen con bloques pintados con

  • macarena moraña
  • 2 jul 2017
  • 3 Min. de lectura

Es increíble que en la sala de espera del pediatra ellas dos ya no jueguen con bloques pintados con birome y muñecas descabezadas. Ahora se dedican a hacerle morisquetas con aire de adultez a un bebé atolondrado. Él tiene los cachetes y los ojos colorados de fiebre, pero no les recomiendo alejarse porque es un bebé, pienso, como si la fiebre no fuera universal. como si pertenecieran a diferentes especies y no pudieran contagiarse. Como si fuera un tipo de peste a la que ellas, por enormes, por gigantes, fueran inmunes. Después de una hora entramos al consultorio. El mismo tipo que hasta hace un minuto las pesaba en una balanza diminuta y las hacía llorar al sacarles el pañal, ahora menciona palabras como telarca, menarca, vello púbico. ¿Y quién es él? ¿En qué lugar se enamoró de ti? Y quién es esa chica que mirando esas imágenes de torsos desnudos confirma que su estadío es el número tres. ¿Quién es ese hombre que le pregunta por su vida social y que le adelanta que “de aquí a un tiempo” vamos empezar a hablar de salidas, alcohol y tabaco? I'll be there for you, these five words I swear to you, When you breathe, I want to be the air for you, I'll be there for you. Hola, mi nombre es Macarena y quiero vivir en una tierra en la que los niños no puedan crecer, en la tierra de los niños eternos, en la tierra de nunca jamás. Pero en vez de un pasaje hasta ahí, un pasaje hasta ahí, con mis arrugados billetes pago mi cobardía y nueve empanadas. Don't you cry tonight, There's a heaven above you baby. Esperamos sacando humo por la boca ese colectivo que nunca llega. Esa espera en combinación con el invierno es lo contrario a la felicidad. Me avergüenza mi burguesía, quiero pedirles perdón a los que esperan a nuestro lado: un hombre con un inmenso grano en la boca, una mujer con auriculares verdes, dos pibitos con los pantalones caídos. ¿No tienen frio? ¿Qué me importa? Media hora después estamos caminando por Florida. Entramos a tres remiserías pero en ninguna hay autos disponibles. ¿No era un negoción como los videoclubs y las canchas de pádel? ¿Qué le pasó a mi barrio? ¡¿Dónde está mi amiga?! ¡¿Dónde está mi amiga?! Tengo miedo de tocar el timbre de mi casa y que me abran la puerta mis viejos. He llegado hasta tu casa, yo no sé cómo he podido, si me han dicho que no estás, que ya nunca volverás, si me han dicho que te has ido. Gracias al Dios del invierno aparece un remise y un buen hombre canoso nos trae de regreso al hogar. Viene escuchando una radio que, a diferencia de mi barrio, ha tenido la gentileza de quedarse en el tiempo. Roxette, Guns and Roses, Aerosmith. Má, es la canción del vídeo que nos mostraste, el de las chicas que viajan en el auto sin techo. En complicidad con mi amigo chofer les cuento lo que significaban “en mi época” los videoclips. Les hablo del pelo de Ruth Infalinato, del vicio que era MTV, de la boca de Steven Tyler. El remisero me mira la mía a través del espejo retrovisor. ¿Quien dijo que todo esta perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón. Les cuento de las discusiones con los amigos de mi hermano acerca de si la morocha era más linda que la rubia o viceversa. Y así es como de a poco voy volviendo a sentir calor dentro de mí. El viaje me sale ciento cuarenta pesos, que se suman a los mil del pediatra y a todo lo que tengo que pagar mañana. No tengo plata, no tengo barrio, no tengo tiempo, no tengo agua caliente en el calefón, no tengo que escribir canciones de amor. Tengo casa, tengo hijas sanas, tengo empanadas de carne, tengo un mundo de sensaciones y un mini short de cuero negro al que dormiré abrazada pues no me pasa de las rodillas. It's amazing, and I'm sayin' a prayer for the desperate hearts tonight.


 
 
 

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