Hoy fue un buen día porque fui a caminar y había sol y entonces pensé muchas cosas luminosas sobre u

Hoy fue un buen día porque fui a caminar y había sol y entonces pensé muchas cosas luminosas sobre un cuento que por ahora es pésimo, y porque después, cuando volvíamos con las nenas del colegio, al mediodía, unos ladroncitos se trepaban uno encima del otro para afanarse paltas de un árbol hermoso y una se les cayó y yo corrí y la agarré y el que parecía más pillo me miró y antes de que pudiera hablarme le dije “cien años de perdón, ¿no?” y nos reímos todos, hasta las nenas, aunque ellas andá a saber de qué se reían. Ya en casa ellas me dijeron que querían probar la palta con azúcar y que a veces les daba vergüenza que yo hablara con todo el mundo. Se habían puesto de acuerdo para decírmelo o algo así, no quise saber. Últimamente las avergüenzo mucho, arrojé, como al descuido, pero ellas, empecinadas en hablar del tema, me dijeron: Y sí, má, pero después me regalaron sus creaciones de cerámica y yo pensé que en una de esas tengo que hablar con más gente todavía, porque total las mando a un taller de arte y les invito amigas y soy una buena mamá y ellas igual se avergüenzan y esto, encima, recién empieza. Y en la última letra del pensamiento, en esa A preciosa, decidí que me iba a comer la palta yo sola, y con sal.