Leyendo "La muerte del padre" de Karl Ove Knausgard

La reposera se me cierra y tengo sed, pero no puedo dejar de leer la historia en la que hay mucha nieve y un chico angustiado y unos padres que se divorcian. La madre toma café y se arma un cigarro de tabaco fuerte. No fumo, pero ahora mismo lo haría con ella, acá, en esta playita inventada del Delta, desde donde veo pasar motos de agua y lanchas con hombres bronceados y chicas en bikini y pelos al viento. Cada tanto miro a mis hijas que hacen tortas de arena y barro, y que ríen porque el verano se les metió en los ojos. Y si interrumpo la lectura justo cuando el chico se enamora es nada más que para volver con más ganas en un rato. Por el río pasa una lancha enorme y blanca que pasea a dos hombres y tres mujeres muy tetonas, pero eso no me importa, lo que enseguida me fijo es cómo son sus panzas, el resto me es indiferente, pero las panzas chatas me provocan envidia. ¡Quédense con todo pero la panza hecha de abdominales que jamás hice ni haré me la dejan! les grito. Pero ellas siguen su viaje de risas y champagne. Entonces vuelvo a barrer nieve y me lo tomo tan en serio que enseguida se hace primavera -¡la magia de la literatura!- En la novela, que también es una suerte de río que avanza y crece y se encapricha, aparece una “ella” con una sonrisa que a él y a mí nos vuelve locos. A ella sí la dejaría lucir una panza chata, más que nada porque ahora el deseo me lo ocupan esas gambas que imagino crujientes y enemigas de la salud. Así que no espero más y entro al bar -definitivamente el padre del protagonista no se ve bien con esa camisa- y me pido algo fuerte para entrar en calor, y lo bebo de un sorbo. El olor a frito es mucho mejor de lo que había imaginado. Pido mis gambas y una cerveza, y también una lapicera porque no puedo esperar para anotar lo que veo: una mujer entra al bar junto conmigo, se saca su abrigo de piel y debajo está en bikini. Tiene mucho pelo despeinado, un buen bronceado y algo de panza. No es gorda, pero es evidente que esa parte de su cuerpo no le gusta tanto como otras. También anoto que las gambas están deliciosas.