Mi abuela Dora
- macarena moraña
- 2 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Mi abuela Dora pasaba los fines de semana en mi casa y mis viejos se rajaban vaya uno a saber dónde. Tomaba mate en un cacharrito verde oscuro, color parecido al que adquiría su lengua después de un par de amargos. Esos fueron mis primeros mates. Ella se divertía con las caras de asco que hacíamos al tomar, por eso insistía en darnos los primeros, esos que ahora son los que más me gustan. Por la noche, después de la cena, la insistencia venía por otro lado: quería que viésemos con ella Grandes valores del tango, con la conducción de Silvio William Soldán. De los cantores su favorito era El Chiqui Pereyra. La rutina funcionaba más o menos así: nos bancábamos un tango, tango y medio, y empezábamos a romper las pelotas, a saltar en la cama, a correr por la casa, a decir "mierda", "boludo", "concha", y cualquier mala palabra porque la abuela las odiaba todas. A veces remplazábamos ese circo por el de imitar a los cantantes y ella, fajándonos lindo pero lindo, decía que le faltábamos el respeto al tango, frase que nos hacía reír fuerte. ¿Cómo le vamos a faltar el respeto a una música, abuela? Y más ja ja ja, pito, teta, sorete. Qué pendejos de mierda. Años después, cuando ya la abuela no estaba y el resto de la familia andaba en alguna etapa del proceso de extinción, me encontré viviendo sola en una casa grande y luminosa, rodeada de vecinos muy tangueros. Sin querer queriendo me sabía todos los tangos y los cantaba transpirando la nostalgia por la infancia que acababa de pasar y por todas las nostalgias posibles: la vieja, los gomías, el barrio. Y ahora no va que se me pianta un lagrimón, puta madre. Es que estos días me reencontré con Galván, el cantor de Cuarteles de invierno, y le anduve pidiendo que me cantara unos temitas. Cayeron como gotas encima mío, letras, frases, el naranjo, alguna curda, y montones de recuerdos. Uno es este, para este día de lluvia, para una clase sobre "El Gordo" Soriano, y para el tango, que en una de esas es el único que sabe cuál es el Caminito que nos lleva hacia ese lugar donde los buenos momentos de la vida se convierten en canciones. Chan chan.
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