Muy seguido recuerdo conversaciones que tuve con mi mamá

Muy seguido recuerdo conversaciones que tuve con mi mamá; sus gestos, su manera de hablar, lo poco que me miraba a los ojos cuando el tema no le interesaba demasiado. Tengo un repertorio de recuerdos, las charlas que vuelven son más o menos las mismas porque claro, al no poder renovarlas, rememorarlas con entusiasmo es la única chance que tengo de condimentarlas con alguito de novedad. La que volvió estos días es la de la vez que le pregunté por qué todas las canciones hablaban de amor y ella, con su sonrisa ladeada y sus tetas hermosas, me dijo: ¿y de qué queres que hablen? Con eso fue suficiente. ¿De qué otra cosa puede hablarse que no sea de amor? En su simpleza, en su tono barrial, en su gesto mínimo, en ese cuerpo que llevaba semi desnudo por la casa enorme, ese que una amiga hace poco definió como “porno pero tranqui”, ella me estaba diciendo que siempre, se hable de lo que se hable, de algún modo, se está hablando de amor.