Paro de podar la enamorada del muro porque me achuré un dedo
- macarena moraña
- 2 jul 2017
- 1 Min. de lectura
Paro de podar la enamorada del muro porque me achuré un dedo. Me lo fui lastimando con cada rama, de a poco, corte a corte. Se fue raspando mi piel hasta abrirse. Saber que cuento con horas de soledad por delante me invita al recreo del mate, las naranjas que guardo en la heladera, el volver a cuaderno en el que escribo. Agradezco la imagen de mis dedos sucios de tierra apretando la lapicera sobre las paginas que van dejando de ser blancas. Esa imagen es amor como lo es también pensar que ayer durante la marcha salimos en fotos de gente que no conocemos, que no nos conoce, que el registro de que anduvimos por ahí girará por rincones del mundo que no habitamos. Una de las tantas bellas imágenes que me traje en el alma fue la de un chico agarrando el mentón de su chica, encajándole un beso salvaje, hermoso. Se miraron a los ojos mientras se lo dieron. Me encantó la decisión, decidir amar, besar, así, en medio de la gente, con la pasión que los besos se merecen. Porque los besos son las piedras preciosas del amor. Ahora vuelvo a la poda, a las ramas, al aire en la cara, a la herida del dedo gordo que va a arder esta noche, como arden, tanto tanto, las ausencias
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