Pascuas
- macarena moraña
- 2 jul 2017
- 1 Min. de lectura
Ayer mi hija se dio cuenta que los huevos los ponemos nosotros. Como me sentí nerviosa, y algo triste, tuve el impulso de hacerle chistes al respecto, Y qué querés, si acá yo no pongo los huevos quien los pone, cosas por el estilo, por el estilo vulgar que por suerte contuve, frente a la inminente realidad de estar viviendo un hecho histórico de su vida. Yo le vi la bolsa a la tía Lore, me dijo, ella tenía los huevos de papel rojo. Sí, le dije, es verdad, pero ella me seguía mirando con los ojos amarillos, turquesas azules, negros y verdes que tiene. Esos ojos, esa nena, querían mucho más que esa explicación banal. Mirá, lo cierto es que los grandes compramos los huevitos, pero lo mágico es que en un momento aparecen escondidos, entre las plantas, y a veces son más, ¡se multiplican!, le dije. Su hermana menor al lado reclamaba saber de qué estábamos hablando tan bajito. Violeta, compasiva, le dijo: Nada, Toti, mamá me decía que ella hoy tampoco vio al conejo.
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