Rosca de pascuas: “Tranqui, dame aire plis”
- macarena moraña
- 2 jul 2017
- 7 Min. de lectura
“Si comerse pudieran las rocas y la tierra
con mi boca seguro esas cosas se abrieran”
Gabo Ferro
Ingredientes:
Un hombre sensible, talentoso e inmaduro. Una mujer sensible, madre, talentosa y llena de responsabilidades del mundo adulto. Tres semanas de intensa relación azucarada, al menos dos crisis y ahora: la distancia.
Preparación:
El horno viene encendido desde el principio del verano y ese es todo un riesgo, así que lo primero que hay que hacer es bajarlo un poco. Acaso este primer paso, pese a su apariencia sencilla, le resulte de lo mas costoso, y no es para menos. El horno supo ser encendido a cuatro manos, con fuego de altísima calidad combinado con una potencia de gas capaz de eyectar un cohete. Pero ni sople ni se aflija ni tire agua que de a poco, con los días, con la distancia, irá bajando. Téngase fe, ya que casi todo, tarde o temprano, termina o empieza en la fe, aunque a las personas no les agrade reconocerlo.
Usted verificará que la disminución de calor irá haciéndola sentir mareada, extraña, y hasta tal vez la convierta en un ser somnoliento y bucólico, pero no tema ni se desanime: se debe al cambio/paso de la intensidad de calor. Sufrirá, ese paso no se lo saltea nadie, pero una vez que su cuerpo se amolde a la nueva temperatura se va a encontrar con algo increíble, algo que debe capitalizar, acariciar, registrar en dibujos, músicas y letras. Se va a encontrar con usted misma. Pero no será una versión de su yo enamorado, o de su yo nostálgico, o de su yo más confundido que la mierda. No. Se va a encontrar con lo que los cursis con ínfulas lacaniananas llaman “el verdadero yo”. Aproveche para mirarlo ahora que está sola, que la ausencia del calor que encendía sus hornallas le bajó las revoluciones de un chutazo certero y bastante triste. Esos ojos, esas ojeras, ese semblante, hablan como ninguna otra cosa de usted. Tiene razón, merece un recreo, es cierto. Vamos.
La panadería más cercana está a cinco cuadras. Camínelas despacio, no mire a nadie, use sus anteojos como escudo, no piense en las mañanas de tostadas y café riquísimo que supieron compartir, y mucho menos en lo que venía después, la trompeta, el porro, el asado improvisado, las lecturas en voz alta, la desnudez y los gemidos. No, no piense ni en eso ni en las palabras novios, futuro, te amo. A veces las palabras son impulsos también, o trampas, o trucos, o sillas que parecen de lo más cómodas hasta que se comprueba que el propio culo no había encastrado así hacía tanto que… No. No piense en los encastres que se va todo a la ruina. Vamos, piense en los sanguches de miga que se está por clavar, avance que la vida, hasta donde sabemos, es una sola, que por suerte la melancolía no es ni una calle ni una estación de tren a pesar de Sabina, Arjona y toda esa manga de falsos profetas. Se pasó unas cuadras, no es la muerte de nadie, no llore, es lógico, se siente perdida. No tema. Respire, piense, pregunte. Qué amable son a veces las señoras de más de setenta. ¿Por qué relaciona la imagen de la vecina con la de la madre de él? Si, es cierto, él hace nada supo decirte que había hablado con su madre sobre usted, ¿pero eso qué implica? ¿Pero eso qué significa? ¿Es que acaso todavía no aprendió que durante el proceso de amasado de ojete las palabras brotan como por arte de magia? ¿Enserio todavía no lo aprendió? ¿Cuántos años dice que tiene? Ay, Dios con Mayúsculas, y después anda diciendo que el inmaduro es el otro. Acá lo único “otro” es la patria, y esas sí que son palabras mayores. No tiene que esperar a llegar a su casa para entrarle al primer sanguche, vamos, que somos muchos -¿dos?- y nos conocemos poco. Siga su camino, que tal vez también sea su destino, No pare sigue sigue, él anda diciendo él anda diciendo que vos eras su alegría. Sí, está bien, a la masa le hacen bien las canciones. ¡No! ¡Esas no! ¡Las de él no! Esas ya las escuchó por muchos días, todo el tiempo, compulsivamente, se las aprendió, quiso hacerse fan, no se le puede juzgar dicha actitud. Todo en usted viene siendo algo desmedido, por eso hay que volver a la fuente: ha de ser preferentemente honda, con capacidad para tolerar las idas y vueltas, las dudas, el miedo al futuro. Sí, va a tener que comprarse una, las que tiene están cachadas, traen historias de mil budines y tartas de jamón y queso. Qué importante es para usted el jamón y el queso, eh, eso sí que es un dato sobre su personalidad. Ahora respire, no se atore, tome mate con yuyos, melisa, tilo y jengibre. Jengibre le suena a sensible, así no llegamos más a la fase en la que la masa leuda, crece, se hace esponjosa, irresistible. No piense en la palabra irresistible, no en este momento, vamos, usted puede resistir, y más con la panza llena. Treinta y ocho inviernos de ganancia, y la mejor edición del I Ching con una poesía a modo de prólogo, un poema de Mr. Borges, nada menos, ahí, al alcance de sus manos tan bellas, sobre su escritorio. Ay, bendito sea Dios, por fin llegamos ahí: es-cri-to-rio. Repita la palabra. Qué bien queda en sus labios, con su voz. ESCRITORIO, Ahora agarre el lápiz y el papel y escriba. Escriba mucho que para eso se le paga –es una mentira piadosa, de lo más necesaria en estos tiempos de tanta carne viva, de tanta verdad al desnudo- Qué buena idea, desnúdese, escriba en pelotas, qué bien se la ve así, se lo dicen hasta sus hijas, qué linda es, vamos, usted puede. La belleza no es poca cosa, puede no servir de escudo a que le rompan el corazón, pero sí puede servir de anzuelo para que le rompan la boca a besos. No nos pongamos soeces, pensemos solo en la boca. Y sigamos.
“61. Chung Fu. La verdad interior. El dictamen. Verdad interior. Cerdos y peces. ¡Ventura! Es propicio atravesar las grandes aguas. Es propicia la perseverancia”:
Vamos a usar la confusión al servicio de la preparación. Anote en su cuaderno exclusivo del I Ching. Oh, qué sorpresa encontrarse con esa letra ajena en la hoja inmediatamente anterior. Es la letra de un amante que tuvo una sola noche. Los recuerdos fluyen como cataratas enardecidas. Él escribió sus anotaciones a media luz, después del sexo. Es gracioso que todo haya sido tal cual el dictamen: El conflicto. Pero usted siga desnuda que para eso también se le paga. Cambie el mate por el vino sin pensar en que es de mañana y que el día por delante y que entonces la rosca de pascua. No, nada de roscas, vino y a otra cosa, las culpas no juegan ni en esta cocina ni en ninguna otra que pueda habitar. La culpa es de Macri. Grábese ese dato. Uh, qué verbo inoportuno: grabar. Sí, la distancia, grabar, el disco, él, usted, Macri. Estamos a un paso del derrape, pero por suerte “Los artistas” “tenemos un millón de versos en el aire”. Tome uno, que sea propio, vamos, usted tiene tantos… Ahí va, ¿vio? querer es poder:
“Porque los besos son las piedras preciosas del amor”
Es buena la elección de una oración que da la sensación de haber empezado hace tiempo. “Porque…” Es una explicación que data de tiempo atrás, de acaso una pregunta que alguien alguna vez le hizo sobre su opinión acerca de los besos. De eso usted sí sabe, es una cultora del arte en cuestión, ¡cómo le gusta dar besos! Pruebe con meter algunos en el recipiente enorme, besos despacitos, de esos que hacen pasar el tiempo, que encantan, que conmueven, que no se olvidan. Meta también algo del miedo y del amor que le producen, no tema esta vez, ponga, ponga, ponga. Agregue. Vamos. El ego es bienvenido. Arroje frases como “soy divina” “soy un partidazo” “qué mujer poderosa”. Bien. Ahora invierta unos mangos y arroje las entradas del show de Goran Bregovic como si le hubieran costado chirolas. No se engolosine con la palabra chirolas. Consuélese viendo algunos videos de Don Goran bailando, vestido de blanco, rodeado de música. Abrácese al recuerdo de que una vez lo vio en vivo, que fue tan feliz, que bailo durante días, que se cubrió la cabeza con un pañuelo negro y se colgó aros de gitana y giró y giró. Giros, dar media vuelta y ver qué pasa allá afuera. Sí, junto con Fito llega la hora de volver a salir. Despídase de la masa que leudará durante unos días. La sal de sus lágrimas va a contribuir al equilibrio del sabor final. Antes de hacer la lista de nuevas necesidades éntrele a un sanguche más, al más gordito, al que tiene de todo: jamón, queso, tomate, lechuga, huevo. Qué bien le viene el último componente. Si hay alguien en este mundo que le pone huevo a la existencia es usted. Dígase Hermosa como si fuera un otro quien se lo dijera. Otro que no sea ni él ni la patria. Haláguese, sea gentil, no escatime en piropos. Prepare el envío de su trabajo al concurso que ansía ganar. Camine hacia el correo con la certeza del triunfo. Piense en usted y su vestido más blanco y chiquito, celebrando con champaña, en otro país, en otro universo. Piénsese ganadora y feliz, sonría con sus dientes separados.
Está bien que se haya comprado un saco del color del maíz. Abríguese y salga al mundo, al conocido y al que pinte. Espere para meter la preparación en el calor, espere, espere, espere. Usted sabrá perfectamente cuando es el momento. Confíe en su intuición. También confíe en que podrá preparar la mesa para dos pero reservándose el “pero si así no fuera” por las dudas a último momento a él le falte un poco de yema, clara y coraje. No se lamente tanto, peor sería convivir con la palabra cobardía, tan antipática y ajena para una cocinera de su calaña, Moraña.
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