top of page
Entradas recientes
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas destacadas

Seis y treinta y uno. Posponer. Seis y cuarenta y dos.

  • macarena moraña
  • 2 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

Seis y treinta y uno. Posponer. Seis y cuarenta y dos.

Doy vueltas unos minutos. Dormiría hasta el fin del mundo. Querido apocalipsis, dos puntos, me hago pis. Mientras mi vejiga se libera recuerdo un viejo método de vinilos gracias al que podía aprenderse inglés mientras se dormía. Ojalá pudiera leer y trabajar durante las noches y de ese modo liberar horas del día como el de hoy cuyo nombre es martes y ante el cual me presento apoyando la pava eléctrica sobre la hornalla. Sobre la bandeja van acumulándose las tostadas, el mate, el té, la medicación de hija, la propia. Luego la misión es la de despertar a las criaturas. Requiere de por lo menos diez intentos y en cada uno creo que no voy a poder, que voy a flaquear, que es tan probable que las acogote como que me meta en la cama con ellas y sigamos abrazadas hasta el fin. Siento miedo a que un día ya no pueda insistir y la quede, me quede, pero no, yo nunca hice eso, ni cuando me quede huérfana conviviendo con fantasmas. Arriba la pre-adolescente y su mirada de fastidio, arriba la chiquita a la me resisto a creerle que se siente mal. Arriba que viene el trabajo, el gasista, las compras, la clase de danza, sus consabidas peleas de hermanas y la absurda esperanza de llegar a tiempo a alguna parte. Cuando me voy a poner las botas sobre el piyama escucho que me llaman: son ellos y acudir es inminente. Se trata de los dirigentes de la transformación. Avanzo hacia su llamado con la vista puesta en las cuestiones a resolver, atravesando la manga flameante que divide un modo de vida caduco de uno a estrenar. No es fácil, duele, arde, cuidado, me dicen, me gritan. Nada se parece menos al aliento que la realidad. Sé que algunos cachos de piel y pelos pueden quedar del lado antiguo, también algún que otro diente. De golpe alguien me besa, se despide, vuelve, me quiere, se va, por qué no podemos dormir juntos, ay, es que yo, mis hijas, sola, y vos tan lindo pero. Los dirigentes oprimen el botón azul: chau, príncipe, taza taza. Puta madre. Me encierran en un tubo transparente desde el que puedo ver con una nitidez apabullante quien está abusando de mi bondad, a quién le gusto y la verdadera identidad de esas hojitas blancas que en realidad son una novela impaciente que amenaza con no esperarme más. Ahí voy, cinco minutitos más, le pido mientras las lágrimas se me espesan y al caer en el piso estallan. Ya no podré dar un paso más sin cortarme. Ellos me dicen que me banque la incomodidad, el yodo y sal dentro de las venas sin glóbulos, las lesiones del alma invisible, el dolor y el miedo a la incertidumbre y… Tienen razón. Pero no ahí, así, quieta. Vamos, arriba, vamos nenas que mamá solita les espanta los demonios, sí, ya sé, me sangran las patas pero el dolor es un estado de ánimo, así que vamos que llegan tarde, hagan pis, ¿todavía no te peinaste?, ponete más abrigo, qué sé yo dónde esté el cuaderno, que tengan linda mañana, acompañá a tu hermana, las amo a lo loco.

Ocho y tres.


 
 
 

Comments


Síguenos
Buscar por tags
Archivo
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page