Una quiere ir a lo de una amiga
- macarena moraña
- 2 jul 2017
- 2 Min. de lectura
Una quiere ir a lo de una amiga. La otra faltar al cole. Una quiere un libro. La otra una muñeca que si bien la hermana no usa no quiere prestarle. Una quiere la remera roja, la otra también. Una quiere usar las botitas aunque le queden chicas. La otra quiere quedarse en casa leyendo, la otra ir a pasear para ver qué se puede comprar con sus ahorros que al final nunca gasta. La otra ya no tiene ahorros, por eso tironea del diente que apenas se mueve de manera salvaje y peligrosa. La otra la asusta diciéndole que si es a la fuerza el ratón no viene ni mierda. Se escucha un llanto, no sé de cuál, pregunto qué pasa desde la cocina, con olor a frito en el pelo. Pelean cada vez más fuerte, no distingo las voces. Las mando a jugar por separado repitiendo mis cánticos eternos y remanidos: como si no tuvieran con qué entretenerse, lo que daría yo por tener una hermana como la tuya, por qué le hacés lo que no te gusta que te hagan… La última milanesa chorrea su aceite sobre la servilleta porosa. El silencio de la casa sale de la estufa para hacer una nubecita espesa en el aire, estática, caliente. Se parece a alguna versión del miedo. Pregunto con la voz de mi mamá qué están haciendo. Nadie contesta. Voy decidida a convertirme en un monstruo que saca espuma o fuego por la boca, pero cuando llego las encuentro a la más chiquita dibujando nenas felices con corazones alrededor, y a la más grande sumergida en un libro, rodeada de gatos. Todavía tengo que bañarme, servir la cena, trabajar un cacho, mandar mails, pero en cambio me ato las trenzas con dos cintitas alunares, visto de mujer al Ken que sonríe como nunca y pego calcomanías en la puerta del placard. Aunque ya sé que no me va a dejar le pido a mi mamá si puedo faltar al cole. La hostigo con la palabra “porfi” que tanto le molesta, y le juro que por un mes no le vuelvo a pedir. Pero no hay caso, no la convenzo y eso me frustra tanto que le tiro del pelo a la más chiquita, le saco la lengua a la más grande y pienso que mi vieja es re-injusta y que ni en pedo voy a comer sus estúpidas milanesas.
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