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Claro

  • maquimora
  • 15 ago 2017
  • 2 Min. de lectura

Claro, mi neurosis se interpone entre mi prosa y yo, entre yo y el mundo. No sé cómo amar tanto, dame tregua, maldita. Para distraerte entro en la iglesia del barrio en busca de silencio, pero todos los bancos están ocupados por adolescentes que no quieren estar ahí. Me busco entre las caras de las chicas a ver si me encuentro con esa que fui. Hay una que es bocona, pero no soy yo. Hay otra que está dormida, pero tampoco. No estoy, falté porque otra vez le mentí una gripe a mi mamá que, como me adora, me dice si si para darme el gusto, pero al mediodía viene con mate a la cama, abre la ventana y me obliga a levantarme. Cuanto te extraño, le digo como si no estuviera ahí, acá, conmigo. Nos compramos flores, las elegimos amarillas con el centro naranja. El florista nos pregunta si somos hermanas. Claro, si tenemos la misma edad: ella cuarenta años y yo tan mamá de estas dos que me preguntan por qué no conocen a su abuela. Porque en la vida se elije poco y nada, porque a veces las cosas son del modo peor, porque la tristeza, porque el delirio, porque la fe. Hace días que rezamos, desde que la nube negra avanza a la par de nuestros pasos. Cuando nos llueve somos la lluvia y ya sabemos que los paraguas y los relojes son los padres. No podemos leer, la falta de concentración es la ley que nos manda a cocinar compulsivamente para nadie. Preparamos los platos favoritos de nuestros muertos para que se tienten con el olor. Bajen putos, Suban guachos, gritamos enardecidas. Ellas por el gusto de decir malas palabras, yo por el miedo a perderme conciertos de piano. Ellas, jóvenes, radiantes, se recuperan pronto. Claro, si tenemos la misma edad. Hamacamos nuestros once y ocho años en la plaza y desde ahí vemos cómo la iglesia escupe a los escolares herejes, pero yo ya no tengo fuerzas para entrar y ellas se fueron a dormir y acá estoy otra vez, cara a cara con la novela que no escribo y el vino que me tomo rapidísimo. Mi neurosis vuelve para cantarme “sabes que no aprendí a vivir” e irse no mucho, unos pasos, porque ella siempre me anda cerca. Estúpida, estúpida, estúpida, repito mil novecientas setenta y siete veces. Claro, si somos la misma.


 
 
 

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